El salto evolutivo desde la cultura ámbar ? como dominante en nuestra sociedad a la naranja ?es significativo. Y positivo en muchos aspectos.
Aparecen por primera vez cuestionamientos sobre las verdades absolutas que imponían hasta ese momento los dogmas religiosos o instituciones de gobierno.
Comenzamos a contemplar la realidad como un mecanismo complejo y nos aparece el interés por investigar su funcionamiento y las leyes naturales que lo operan. La idea de que cuanto más entendamos la forma en la que opera el mundo mayores logros podremos alcanzar va cogiendo fuerza.
Entonces cambian los criterios en la toma de decisiones: si en el ámbar ? son a través de la moral, en el naranja ? van adquiriendo mayor importancia otros parámetros: la efectividad y la rentabilidad.
Es durante el renacimiento que este nuevo pensamiento naranja ? comienza a aparecer.
Al principio solo capta el interés de un pequeño número de científicos y artistas. Pero con la revolución industrial y por necesidades de la propia evolución social y económica comienza a expandirse entre las organizaciones.
Es indiscutible la prosperidad a la que este paradigma ha dado lugar en solo 2 siglos:
⬆️ Hemos conseguido sumar décadas a nuestra esperanza de vida, acabado con las hambrunas y pestes del mundo occidental.
⬆️ Se ha ganado muchísima libertad en comparación con el estadio anterior ámbar.
⬆️ Hemos evolucionado económicamente en todos los sentidos, y es evidente como nuestra calidad de vida y bienestar ha crecido imparablemente. Pensemos solamente como nacía un bebé humano en el siglo XVIII y como nace ahora.
Aunque en este momento 2022 resulta imposible ignorar o no ver el lado oscuro de esta cultura operando en las empresas:
⬇️ Codicia corporativa, cortoplacismo político, endeudamiento, sobre consumo, insensata explotación de los ecosistemas del planeta, etc.
⬇️ Nos dirigimos imparablemente hacia la auto aniquilación de la especie.
Y es que en este estado de conciencia, la visión del mundo es totalmente materialista: es real lo que puede verse y tocarse, lo que puede probarse empíricamente. El resto no importa.
Es un estado en el que el ego humano ha alcanzado su máxima expresión, ya que depende de él alcanzar nuestros logros y éxitos materiales. En próximas entregas veremos más ampliamente por qué.
Entonces, poco a poco se va instalando en nuestras mentalidades la idea social de que más es mejor y que para tener una vida «guai» y ser felices necesitamos tener éxito, triunfar…
Y este triunfo se traduce básicamente en la percepción de necesitar cada vez o más cosas o nuevos proyectos: una pareja, casa nueva, nuevo coche, viajar, un master, un ascenso, etc.
Pero cada vez es más evidente que gran parte de esta prosperidad económica basada en un estado de conciencia que asocia felicidad a posesiones materiales es insostenible desde todos los puntos de vista:
Vivimos en una sociedad enferma psicológicamente, el balance financiero de la gran mayoría de países está en la bancarrota y ecológicamente hemos contaminado la tierra de manera flagrante.
Las grandes corporaciones o multinacionales son el ejemplo más claro del paradigma naranja ?. También muchas pymes.
Y es que conciben a la empresa como si fuera una máquina que tiene que funcionar siempre productivamente y generando crecimiento permanente.
Pero cuando el crecimiento se mide solo en términos de dinero, cuando el éxito consiste en llegar a la cima sin tener en cuenta valores, ni vínculos, ni respeto por el entorno más próximo, mucho menos por el ecosistema que habitamos, estamos destinados a terminar sintiendo un vacío vital.
Esto es algo claramente visible en muchas de las empresas que nos rodean. Tan funcionales y automáticas, tan desprovistas de espontaneidad y autenticidad…
Espacios en los que no se da importancia a crear vínculos reales y profundos entre las personas, en los que las emociones no se contemplan como parte de nuestra naturaleza.
Y es por todo eso que son empresas que se perciben desvitalizadas y sin alma.
Es algo que se puede sentir claramente entrando en sus espacios de trabajo y mirando el semblante de las personas que trabajan allí!
La denominada “gran renuncia” que se está dando de manera masiva en eeuu y ahora también en china -miles de empleados que abandonan sus puestos sin sucumbir a aumentos de sueldo- es un síntoma del cambio de paradigma en el que nos encontramos.
En los artículos anteriores hemos podido comprobar como la evolución de la conciencia humana da lugar a un cambio de paradigma (de rojo?a ámbar?, de ámbar? a naranja ?, etc) y en consecuencia, a una actualización cultural en las organizaciones.
Ahora nos encontramos claramente en una de estas propuestas evolutivas, de ahí el estado de conciencia TeaL ? que describiremos al final de esta serie.
En el próximo artículo veremos como se traduce esta cultura naranja ?concretamente en la empresa: como son sus líderes, que valores tienen, como entienden los llamados recursos humanos, la relación con sus clientes y la definición de lo que llaman estrategia.