Las canarias y los canarios

Me he enamorado de nuevo, perdidamente. Entiendo el enamoramiento como algo que va mucho más allá de la relación de pareja. Yo me enamoro de escritores, películas, música, lugares, animales, de la práctica de algún deporte, de personas de cualquier ámbito que me inspiren especialmente…el amor en su máxima expresión no tiene categorías ni discrimina a nadie ni a nada…

Visité como turista Lanzarote hace unos años y me encantó, aunque ahora puedo reconocer esa cierta actitud de visita al «gran spa», como los isleños describen que vemos los peninsulares a las islas. Vamos a disfrutar de sus playas y paisajes, a hacer submarinismo, barranquismo, loqueseaismo…pero no solemos interesarnos por su cultura o por saber realmente quiénes son.

En esta ocasión he estado en Tenerife, en casa de una amiga nacida allí. He vivido con ellos y los he conocido desde dentro. Cuánto tendríamos que aprender aquí, en la península, de ellos. De su nacionalismo festivo, sentido como reconocimiento de su cultura y su Naturaleza, pero sin ápice de resentimiento. De su amabilidad y su ausencia de juicio cuando te miran o escuchan. De su sencillez y humildad bien entendida. Eso que los peninsulares tenemos cierta fama de prepotentes entre ellos, ganada a pulso por otra parte. Pero hasta éso lo incluyen y lo transmiten suavemente y sin resquemor. 

Nunca me había preguntado cómo eran los canarios. He viajado por negocios y turismo por toda España, y a menudo hemos hablado de cómo son los gallegos, andaluces, vascos, valencianos, murcianos, catalanes, madrileños, manchegos, etc. Pero, canarios? Ni siquiera he conocido casi ninguno aquí en la península. La realidad es que no había reparado en ellos. Son como los que están ahí a lo lejos sin hacer apenas ruido. Conocemos a las islas por su belleza y por ser ese «gran spa». Pero no los tenemos integrados como parte de nuestro territorio, al menos yo así lo sentía. Una gran pérdida! 

Destaco su capacidad verdaderamente inclusiva también para los emigrantes de todo tipo, que allí dicen sentirse acogidos y como en casa. No será que su pasado no fue duro. Los últimos guanches que resistieron a los maltratos y la esclavitud a la que fueron sometidos por los conquistadores españoles, se inmolaron en Masca, un lugar donde yo me hubiera quedado a vivir fusionándome para siempre con esa Señora Naturaleza que en toda la isla te muestra claramente que la que manda en el mundo es Ella y solo Ella. Como ese océano Atlántico que también requiere que le llamemos de usted. Acércate a cualquier acantilado de las islas y comprobarás esa inmensidad. Y ni por esas nos damos cuenta de nuestra pequeñez como humanos…

Fruto de este revelador y trascendental viaje, me ha sobrevenido una buena idea para trabajar tejiendo redes entre distintos territorios y entre gente común (o sea, todos nosotros) que desarrollaré en un próximo artículo. Sería algo sencillo y económico de llevar a cabo y que seguro serviría para unirnos y aprender de todos hacia todos. En fin, os lo cuento otro día. Gracias!